Aquí, una mirada al entorno que nos rodea, los profes y las actividades… Sin dejar de hacernos cargo.
Todos sabemos lo difícil que es hacer actividad física como parte de un estilo de vida y no como obligación. Empezamos y dejamos incontables cantidad de veces. Encontramos siempre un motivo para justificar el abandono, aún sabiendo sus múltiples beneficios, que ya superaron al “bajar de peso” o al “estar en forma”.
Sabemos que el ejercicio nos cambia el humor, nos ayuda a dormir mejor y a disminuir el estrés… Beneficios fundamentales para el ritmo de vida que llevamos. Son razones más que importantes para que sumemos el entrenamiento a nuestras vidas para siempre.
Pero no lo cumplimos. Según un estudio de la empresa Body Systems, especializada en fitness grupal y management de gimnasios, el promedio de rotación de los socios en un club o centro deportivo es altísimo. Seis de cada diez personas que toman la iniciativa de matricularse no superan los tres meses de permanencia.
“Motivación”, la palabra clave
Las causas por las que dejamos la actividad física son múltiples y estudiadas por psicólogos deportivos y especialistas en recursos humanos de clubes y gimnasios. Lo más difícil para ellos, en todo el mundo, es retener a sus miembros.
Actualmente, a no ser que el practicante sea un auto motivador innato excepcional, todas necesitamos de un alto grado de motivación. Eso depende de la manera en que los profesionales abordan a los socios, teniendo como eje principal lo que es relevante para ellos. Parece una obviedad pero en la práctica no se cumple.
La actividad física termina siendo impuesta, se asemeja a una tortura o resulta simplemente aburridísima. Entramos a un gimnasio y la recepcionista masca chicle mientras nos entrega un folleto descolorido y solo emite monosílabos para explicarnos los servicios que ofrece. Ni hablar de lo que estamos buscando. ¡Ni hablar de que nos escuchen!
Luego, abundan los profesores que solo se ocupan de imponer las actividades de las cuales ellos son fanáticos. Conocen las técnicas que manejan, pero carecen de la voluntad y la capacitación para relacionarse con nosotros, los alumnos.
Aunque manifestemos que dejamos de ir porque no tenemos tiempo o no nos dan los horarios, la falta de un buen trato, la indiferencia y la imposición de quienes nos conducen parecen ser el combo explosivo de razones reales para claudicar.
Otro problema son los enfoques de los gimnasios: para pertenecer, pareciera que tenemos que estar de “antemano” en forma. Generan discriminación con quienes necesitan y quieren comenzar a entrenar. Venden salud pero, en verdad, están más alineados con el exhibicionismo.
¡Necesitamos un cambio!
La mirada está girando hacia el bienestar como concepto. La idea es hacer de los espacios, las propuestas y el estilo de atención alternativas más amigables para dejarnos conquistar por la actividad de realizamos… Antes de que sea demasiado tarde.
Siempre queremos volver a los lugares donde somos bien tratados y donde construimos experiencias positivas de acuerdo a nuestros intereses, escala de valores y expectativas. Solo volviendo una y otra vez a la experiencia con el ejercicio, podemos lograr los resultados que deseamos.
En síntesis, ninguna razón es suficiente para abandonar la actividad cuando estamos motivados. Y la motivación depende en un altísimo grado de los profesionales y la forma en que somos tratados.
dE: entremujeres.com
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