1) Red Social:
La licencia poética de Sorkin fue la de incluir al personaje de Erica Albright (Rooney Mara), la novia ficcional del fundador de Facebook Mark Zuckerberg, quien lo deja al comienzo de la historia. Gracias a ese hecho, el joven genio vuelve despechado a su habitación, arremete contra su ex en su blog, crea Facemash y el resto es historia. Los hechos reales, sin embargo, son otros. Zuckerberg siempre tuvo la misma pareja, Priscilla Chan, con quien recientemente contrajo matrimonio. ¿La intención de Sorkin? Ulitizar a Albright como Macguffin para propulsar el relato. Brillante mentira piadosa.
2) Frost – Nixon:
En qué nos mintió el guionista Peter Morgan: este sería un ejemplo de cómo añadir una circunstancia ficticia a un evento real (la sucesión de entrevistas entre David Frost y un Nixon que quería rehabilitar su imagen post-Watergate) puede ser beneficioso para una película. La genialidad de Morgan fue la de incluir una escena en la que Nixon, ante el inminente tiro de gracia de Frost, lo llama borracho y revela pensamientos que jamás se animaría a reconocer a posteriori. La actuación del enorme Frank Langella también colabora a que la creatividad del guionista haya podido ser funcional al relato y no estar en detrimento del mismo.
3) Patch Adams:
Total Film incluye esta película en su lista por cómo, al alterar los hechos, terminó afectando la sensibilidad de la persona en la que están basados. El doctor Hunter “Patch” Adams es mostrado en el film como un amante del slapstick (y no del bueno) y como un ejecutor de monerías a la hora de pregonar su mensaje (“la risa es la mejor medicina”).
Tampoco ayudó que Robin Williams no canalizara bien su histrionismo – mucho mejor explotado en su faceta de comediante stand-up, hay que decir – y su actuación haya resultado ridícula y superficial. El verdadero Adams reaccionó, tildó a la película de “mala” por cómo lo retrató gracioso y poco profesional. Su declaración resultó extraña porque antes se lo había visto en el set de filmación compartiendo jornadas con Williams, dándole el visto bueno al guión. ¿Habrá cambiado de opinión cuando fue al cine?
4) Una mente brillante:
En qué nos mintió Akiva Goldsman: no necesariamente una mentira sino una forma de ilustrar el padecimiento del matemático (ganador del Nobel) John Nash, quien sufría de esquizofrenia paranoide. Goldsman (quien obtuvo el Oscar por su guión) inventó el personaje de Charles Herman, el amigo de Nash interpretado por Paul Bettany, quien finalmente terminó siendo una de sus alucinaciones. Luego se confirmó que el matemático nunca, incluso en sus peores momentos, llegó a concebir a Herman en su cabeza y que Goldsman lo incluyó en el guión con un propósito efectista.
5) Ed Wood:
Otro caso de cómo una pequeña alteración en los hechos juega a favor de un film, en este caso, la gran película de Tim Burton. En la misma se muestra cómo Ed Wood conoce a Orson Welles. Sin embargo, ese encuentro nunca se produjo. Los guionistas decidieron incluir este acontecimiento ficticio como vehículo para mostrarnos el fanatismo del bizarro director por el creador de El ciudadano. Wood admiraba el control total que tenía Welles sobre sus películas, admiración que lo llevó a adquirir un dominio sobre las suyas, aunque con otras intenciones y, se sabe, con otros resultados.
dE: Contexto.com.ar
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