Joseph
Woodland, «padre»
del famosocódigo de barras, ha muerto a los 90 años en su domicilio de
Nueva Jersey (EE.UU), consagrado como uno de los inventores más importantes del
siglo XX. Hace seis décadas, diseñó las 80 rayas que le harían famoso. Su
invento, muy popular y extendido por todo el mundo, permite reconocer
rápidamente un artículo. Todo lo que se vende lleva una de estas colecciones de
líneas negras.
Este ingeniero mecánico retirado era
solo un estudiante recién graduado cuando junto a un compañero de clase,
Bernard Silver, creó una curiosa tecnología basada en líneas de tinta de
distinta anchura, que después pasaban por un scanner óptico, cuenta «The New York Times». Su idea,
desarrollada en los años 40 y patentada hace 60 años, se hizo universal, pero
el código de barras no se habría desarrollado como lo hizo sin una cadena de
acontecimientos afortunada.
Si Woodland
no hubiera sido un Boy Scout, o no hubiera pasado un verano entero en la playa
pensando, probablemente la idea no habría venido a su mente. Norman Joseph
Woodland aprendió el código morse como Boy Scout, la chispa
que le daría alas a su idea cuando en 1948, un jefe ejecutivo de una empresa de
supermercados visitó su campus en busca de una manera eficiente de codificar
los productos.
Woodland,
convencido de que la solución era simple, utilizó el único código que conocía,
el morse, pero convertido en un sencillo gráfico. Reflexionando sobre la idea
en una playa puso los dedos sobre la arena y dibujó una secuencia de 4 líneas
verticales
En Octubre de
1954 Woodland y su compañero de estudios, Silver, fueron premiados por los Estados
Unidos con la patente 2,612,994. Pero aunque el método era bueno, su
tiempo no había llegado todavía. Su tecnología dependía de un enorme
scanner equipado con una luz de 500 vatios. El invento era caro e inútil así
que los dos creadores vendieron su patente a la empresa Philco por
15.000 dólares.
Pasado el
tiempo, la tecnología del scanner láser mejoró y fue adoptada por una industria
del consumo pujante. Woodland se quedo con los honores, pero sin el
dinero. Aún sin patente, recibió la medalla nacional de la tecnología y la
innovación en el año 1992. Además en el año pasado fue introducido en el Salón
de los Inventores famosos. No llegó el dinero, pero si una fama tardía.
dE: abc.es
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