En
un museo de Venecia hay cuatro notables caballos de cobre.
A miles de
kilómetros, en la magnífica y antigua iglesia de Santa Sofía en Estambul hay
una placa con el nombre de Henricus Dandolo, que marca la tumba del hombre que
robó esos caballos en 1204, más conocido como Enrico Dandolo.
Dogo (máximo
magistrado y dirigente) de la República de Venecia desde 1192, Dandolo lideró
la Cuarta Cruzada –una expedición que pretendía conquistar el Egipto musulmán–
hacia Constantinopla.
Su ejército golpeó
el corazón del Imperio Bizantino.
Dandolo fue un
líder dinámico que reformó el sistema monetario veneciano y una figura
inspiradora en el campo de batalla.
Cuando la armada
cruzada flaqueaba bajo una fulminante lluvia de flechas bizantinas, él fue el
líder que los condujo a la victoria.
Y aquella fue la
primera fuerza militar extranjera que vulneró las murallas de Constantinopla.
Dandolo murió
después de una expedición a Bulgaria al año siguiente.
Para sus seguidores
fue valiente, enérgico y vigoroso. Para sus enemigos, ambicioso, inescrupuloso
y astuto.
Pero hay dos
aspectos de su vida que pueden sorprender al lector.
Dandolo realizó
todo lo narrado anteriormente con 90 años. Y era ciego desde hacía más de dos
décadas.
Ciegos, sordos, mancos, epilépticos, leprosos
Como cuenta el
profesor Thomas Madden, autor de su biografía, Dandolo se quedó ciego a causa
de un severo golpe en la cabeza que le provocó daño cerebral cuando era
sexagenario.
Pero no fue el
único guerrero discapacitado de la Edad Media. El rey Juan de Bohemia murió
cabalgando en plena batalla de Crecy contra los ingleses, y llevaba ciego diez
años.
Y Balduino IV, rey
de Jerusalén, fue capaz de vencer a las tropas de Saladino en la batalla de
Montgisard en 1177 a pesar de estar seriamente debilitado por la lepra.
Sin embargo,
Dandolo pertenece a la larga lista de figuras históricas cuya discapacidad fue,
en un sentido, ignorada.
Muchos conocerán la
sordera de Beethoven, o habrán oído hablar de las convulsiones de Julio César –
posiblemente debidas a la epilepsia.
La locura del rey
Jorge III quedó grabada en la posteridad gracias a una obra de teatro y a una
película.
Juana la Loca de
Castilla fue una figura clave en la lucha por el control de la España del siglo
XVI.
Y el almirante Lord
Nelson, que al perder su brazo derecho escribió: "un almirante zurdo no
volverá a ser considerado útil, por lo tanto cuanto antes encuentre una humilde
morada para retirarme, mejor, y así dejar espacio para que un mejor hombre
pueda servir al estado".
Sin embargo, la
gente no suele pensar en Nelson, o en los nombres mencionados más arriba como
discapacitados.
Muy pocos niños
aprenden sobre la gran cantidad de personajes históricos con discapacidad.
"Son ignorados
por dos razones" explica el sociólogo Tom Shakespeare, autor del libro Disability
right and wrongs (Discapacidad, aciertos y errores), "o son
realmente desconocidos, o no lo son para nada, pero nadie los considera
discapacitados".
La silla de Roosevelt
El
concepto de discapacidad asociada a la identidad es comparativamente reciente,
dice Shakespeare, que escribe un blog sobre figuras discapacitadas de la
historia.
"El
uso de la palabra 'discapacitado' para describir todo el espectro es algo del
siglo XX".
"La
discapacidad está muy asociada a desechos. Cuando aparece alguien como Dandolo
se le otorga una especie de estatus honorario de no discapacitado".
"Si
han tenido éxito, no pueden ser discapacitados. Ese aspecto de su identidad no
es priorizado".
Y
por supuesto, siempre hubo incentivos para que los discapacitados disimularan o
escondieran su condición.
Así
ocurrió con Dandolo.
"Circulaban
historias sobre cómo ocultaba su ceguera. Ponía un pelo en su sopa y se quejaba
en voz alta", cuenta su biógrafo.
Sus
esfuerzos anticiparon los que realizó el presidente estadounidense Franklin
Roosevelt más de siete siglos después.
Paralizado
de la cintura para abajo por más de una década antes de convertirse en
mandatario, Roosevelt también se empeñó en ocultar su discapacidad.
Hay un montón de imágenes de
Rooselvelt de pie como presidente, pero en cada una de ellas se está apoyando
cuidadosamente en algún soporte.
Roosevelt
supuso que su discapacidad mermaría sus perspectivas electorales.
Sus
apariciones en mítines, discursos públicos y ante la prensa eran prolijamente
coreografiados para que no se viera su silla de ruedas.
"No
hay caricaturas de él como discapacitado. No hay imágenes de archivo, lo cual
es bastante extraordinario", dice Shakespeare.
Importancia simbólica
En el caso de
Dandolo, es común que incluso los modernos estudiantes olviden su discapacidad.
"Nunca pienso
en él como discapacitado", admite el profesor Madden.
Dandolo está
retratado en las ilustraciones de la magnífica Sala del Consejo Mayor en
Venecia, pero en las pinturas no se evidencia su ceguera.
"Se muestra a
un hombre muy vigoroso mirando objetos y haciendo cosas", dice Madden.
De acuerdo con la
mentalidad moderna, semejante éxito de una persona ciega daría pie a expresiones
de optimismo sobre el potencial de todas las personas con discapacidad.
Pero las cosas eran
diferentes en el medioevo.
Hay una gran ironía
en la vida de Dandolo: el Imperio Bizantino dejaba ciegos a los emperadores
depuestos para evitar que volvieran al poder, y sin embargo, fue derrocado por
un enemigo invidente.
Sin embargo,
también hay que decir que la historia no se escribe sólo con las peripecias de
los grandes hombres.
Muchos
discapacitados reparan en la importancia histórica de la vida de la gente común
y de los avances sociales y legales.
Pero según
Shakespeare, resaltar las figuras discapacitadas de la historia tiene un
propósito simbólico.
"Es muy
importante nombrar a las personas porque tenemos una visión muy negativa (de
las personas con discapacidad)".
dE: bbc.co.uk
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