De tan común que es, se ha
convertido parte del ciclo que se repite cada año, junto a la llegada de la Navidad. Cada temporada decembrina es casi inevitable caer en las redes
de un constipado, o más bien, de dos a tres, tal y como asegura la
Organización Mundial de la Salud. Con el objetivo de evitar la enfermedad con
mayor prevalencia del mundo, el Centro del Resfriado Común de la Universidad de
Cardiff ha desarrollado una serie de pautas para evitar caer en las redes de
este tipo de virus. A pesar de ello, recuerdan que “sólo un ermitaño podría
evitar estas enfermedades”, que se transmiten principalmente a través del
contacto directo, por lo que resulta muy difícil aislarse completamente de
cualquier posibilidad de contagio.
Los expertos recuerdan, como se
ha señalado en múltiples ocasiones, que el frío de por sí no causa ni
resfriados ni gripe, aunque sí pueden contribuir a preservar dichos virus, por
lo que la asociación entre las bajas temperaturas y estas enfermedades no es
gratuita. Además, se advierte que frente a la opinión que muchas personas
tienen,la vitamina C no previene los resfriados, o al menos, no hay
suficiente evidencia científica para mantener tal idea, como puso de manifiesto
un estudio publicado hace unos años por el departamento de Salud Pública de la
Universidad de Helsinki. Así pues, ¿qué podemos hacer para mantener los
resfriados a raya?
–Cuidado con los pies. Un consejo clásico de las
abuelas, pero que raramente venía acompañado por su explicación científica (que
la hay): una investigación llevada a cabo en el Common Cold Centre de la
Universidad de Cardiff descubrió que, por ejemplo, meter los pies en
agua fría llegaba a duplicar las posibilidades de padecer un resfriado,
algo que comprobaron tras someter a dicha prueba a un grupo de 90 estudiantes.
Sin embargo, el grupo de científicos matizaba que quizá, simplemente, el agua
helada habría hecho aflorar los síntomas de una enfermedad que ya se encontraba
presente pero aún no se había manifestado.
–Lávese las manos. Conviene recordarlo una
vez más: los constipados y la gripe se contagian por contacto directo. Y no
vale con mojarse simplemente las manos y secárselas rápidamente, sino que hay
que frotarlas bien, con jabón, y al
menos durante 20 segundos. Puede ser tedioso, pero también marcar la
diferencia. Un célebre experimento realizado por la Marina de Estados Unidos
puso de manifiesto que después de obligar a los soldados a lavarse las manos
cinco veces al día se había conseguido reducir la incidencia del resfriado en
nada menos que un 45%.
–No se toque la cara. Los ojos, la nariz y la
boca son las zonas del cuerpo
más sensibles para la entrada
de organismos perniciosos. La tendencia de los niños a tocarse el rostro hace
que sean blancos fáciles para este tipo de bacterias, y por eso suelen pasar
más tiempo resfriados que los adultos. Además, los pequeños son más contagiosos
que los adultos durante los dos primeros días de enfermedad.
–No se estrese. Un hombre estresado es la
víctima perfecta de las bacterias del resfriado. Cuando estamos más nerviosos
de lo habitual, nuestro
sistema inmunológico comienza a debilitarse y la producción de interleucinas
comienza a descender. Un estudio publicado este mismo año en Proceedings of the National Academy
of Sciences señalaba que el
estrés crónico provocaba que el resfriado fuese más fuerte y más difícil de
curar. “Los síntomas de un resfriado no están causados por un virus, sino por
la respuesta inflamatoria a la infección”, recordaba Sheldon Cohen, responsable de
dicha investigación.
–No estornude en sus manos. La reacción más habitual
es la de taparse la boca con las manos cuando estornudamos, pero es la mejor
manera de propagar nuestras bacterias y contribuir al contagio de cualquiera
que vaya a estrechar nuestras manos. Es preferible estornudar en nuestras
mangas, o aún mejor, en un clínex. En su defecto, pide a los que te rodean que
hagan lo propio, o se protejan
la boca con un pañuelo (que
ha de ser tirado a la basura inmediatamente) para que no te contagien la
enfermedad.
–Descanse. De igual manera que es
importante estar relajado, gozar de las horas de sueño suficientes es esencial
para mantenernos fuera del alcance de los resfriados. La razón vuelve a ser la protección de nuestro sistema
inmunológico, que es la principal defensa frente a este tipo de
infecciones. Ya no se trata sólo de escapar del resfriado común, sino también
de muchas otras enfermedades.
–No fume ni beba. Los fumadores tienen más
posibilidades de caer en los brazos del resfriado y de la gripe, como señalan
las estadísticas, así como de agravar
sus síntomas a través de la
inflamación de la garganta. Por su parte, el alcohol ataca al sistema
inmunológico que protege nuestro organismo, deshidrata nuestro cuerpo y
favorece la aparición de infecciones.
–Cuidado con los espacios
cerrados. Hospitales,
aeropuertos y transportes públicos atestados. Estos
son tres de los lugares donde es más posible pillar un resfriado, ya que en
ellos, la concentración de gente es muy alta y la posibilidad de contagio,
mucho mayor. Así que, aunque el frío parezca el principal causante de estas
dolencias, es preferible salir a la calle a tomar el aire que exponerse al contagio en lugares abarrotados.
–Coma ajo y yogur. El ajo es un alimento que
protege nuestro sistema inmune de un gran número de infecciones bacterianas, en
concreto, gracias a componentes como el alicín, el ajoene y los tiosulfinatos.
Por su parte, el yogur ayuda a las bacterias positivas que son las que crean
los glóbulos blancos que nos protegen.
–No confíe en los antibióticos. Aunque jamás deberíamos
automedicarnos bajo ninguna circunstancia, tenemos que recordar que los
antibióticos acaban con las bacterias y no con los virus, por los que presionar
al médico para que nos los proporcione no
sólo es inútil, sino contraproducente, ya que puede terminar con las
bacterias que forman parte de nuestras defensas.
–El zinc puede ayudar (pero
tenga cuidado). Un estudio
publicado el pasado año ponía de manifiesto que el consumo de suplementos de
zinc podía prevenir el constipado, pero ello no quiere decir que debamos
lanzarnos a consumirlo sin tomar precauciones, ya que aún no se ha llegado a un acuerdo
sobre cuál es la dosis indicada. Además, pueden hacer daño al estómago y
causar efectos secundarios como las náuseas. El efecto que provoca este
mineral, según las más recientes investigaciones, es que impide la entrada del
organismo en nuestro cuerpo y, posteriormente, evita su reproducción. Por ello
mismo, se señala debe ser consumido durante las primeras 24 horas de la
enfermedad, con el objetivo de acortar la duración de la enfermedad.
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elconfidencial.com