martes, 12 de junio de 2012

La atracción por Pablo Escobar sigue intacta en Colombia (Fotos)


Una teleserie sobre la vida del Pablo Escobar tiene atrapada a la audiencia en Colombia y preocupa a quienes creen que refuerza la admiración de mucha gente por el narcotraficante más famoso de la historia.



 Casi 20 años después de la muerte del fundador del Cartel de Medellín, millones de colombianos sintonizan cada noche “Escobar: El Patrón del mal” para conocer mejor al hombre que simbolizó el poder del narcotráfico y sembró el temor en la sociedad colombiana durante su brutal enfrentamiento con el Estado.


“Todos nos acordamos de una bomba de Escobar, de un atentado que vivimos o que nos impactó. Pero lo importante y revelador es verlo todo en su conjunto, cómo una cosa llevó a la otra. Ese es el análisis que los colombianos no hemos hecho”, argumenta Juana Uribe, productora de esta ficción de 63 capítulos que lleva dos semanas en las pantallas de la cadena Caracol.

Uribe defiende que el próposito de esta ambiciosa producción, rodada en Bogotá, Medellín y Miami a un costo de unos 170.000 dólares por capítulo, es describir “a un Escobar en toda su dimensión” así como realzar a “quienes le enfrentaron”.

Ella misma y Camilo Cano, el otro creador de la serie, son familiares de dos de las víctimas más emblemáticas de Escobar: el candidato presidencial Luis Carlos Galán y el periodista Guillermo Cano, asesinados en 1989 y 1986 respectivamente.

“Es un programa importante para las nuevas generaciones, que no tienen un conocimiento profundo sobre Escobar y difícilmente irán a una librería a leer quién fue”, señaló a la AFP Andrés Parra, el actor que interpreta al narco.

Padre, cómo era de bueno Escobar, ¿verdad?

Pero en Medellín, donde Escobar dictó su ley hasta ser abatido en 1993 y todavía se le tiene por un benefactor en los barrios pobres, trabajadores sociales lamentan la exposición de su mundo de lujos, poder y mujeres, que por años contribuyó a la estigmatización de la ciudad y del país.

“Los jóvenes de zonas de conflicto están fascinados con esta serie. Se identifican con el personaje de Pablo”, explicó por teléfono a la AFP el cura Juan Carlos Velásquez, que labora en la resocialización de jóvenes delincuentes.

“Hasta se me acercó una joven y me dijo: ‘Padre, cómo era de bueno Escobar, ¿verdad?”, relató.

El propio Andrés Parra, el actor que personifica a Escobar en la miniserie de TV, vivió ese afecto hacia el capo durante el rodaje en barriadas de Medellín, una ciudad que con gran esfuerzo ha logrado mejorar sus niveles de violencia y su imagen en los últimos años.

“En esos barrios se siente el cariño y la nostalgia de mucha gente humilde y necesitada. Creo que al verme imaginaron que Escobar volvía a estar allí. Se tomaron fotos y me dieron las gracias por actos de él”, explicó a la AFP.

El cura Velásquez cree que poner el acento en Escobar, y mostrar desde su humilde infancia, facilita la empatía con una persona acusada de miles de asesinatos y atentados indiscriminados en su feroz resistencia a la extradición.

“Puede que Escobar ayudara a construir viviendas, iglesias, canchas de fútbol, pero en la serie no veo el daño que causó. Cuando hay un asesinato no veo el dolor que hay detrás”, sostuvo el sacerdote.

Para el activista social Jaime Fajardo, la serie “tiene aspectos históricos interesantes pero lo mejor es no volver tanto a la historia y a los personajes sino ir a los problemas estructurales” que el narcotráfico sigue planteando.

– La influencia de la televisión –

“El Patrón del mal” se basa en el libro periodístico “La parábola de Pablo” (2001) de Alonso Salazar, quien ha valorado que la serie se adentre en las contradicciones de Escobar y piensa que se sobrestima el impacto de los medios.

“Nunca he creído que las series decidan lo que pasa en una sociedad, ni que los jóvenes serán delincuentes por verlas”, dijo a la AFP Salazar, alcalde de Medellín entre 2008 y 2011.

A diferencia de otros países afectados, la televisión colombiana ya ha tocado espinosas problemáticas sociales derivadas del narcotráfico, como en la serie “Sin tetas no hay paraíso” (2006), y ahora cree necesario poner nombre propio a los responsables.

“Lo grave no es que contemos esta historia”, apunta la productora Juana Uribe. “Lo grave es que haya sucedido y tengamos el peligro de que vuelva a pasar”.

Afp

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