lunes, 2 de julio de 2012

Cómo viajar 40.000 km sin un centavo en el bolsillo



Michael Wigge se fue un día de Berlín sin un centavo y recorrió 40.230 kilómetros (25.000 millas) hasta la Antártida haciendo dedo, trabajando en lo que viniese e ingeniándoselas para viajar en avión, barco, automóvil y a pie de Europa a Canadá y Estados Unidos, y luego por América Latina.

La red de televisión pública PBS está transmitiendo en mayo y junio el programa “Cómo viajar por el mundo gratis”, usando videos filmados por el propio Wigge sobre sus andanzas. Aquí algunas pistas de cómo se las ingenió para hacer semejante viaje:

EL VIAJE EN SI: Wigge, un periodista alemán que cubre la industria turística y habla inglés y español, además de su idioma natal, partió de Berlín en junio del 2010 y recorrió 11 países en 150 días, llegando a la Antártida en noviembre del mismo año. Fue ayudado por más de 100 personas que le ofrecieron transporte, comida y sitios donde dormir. Planificó el viaje durante un año, consiguiendo contactos de personas que podrían asistirlo con alojamiento o trabajo, pero dependió en buena medida de la bondad de extraños.

COMIDA: Al principio Wigge buscó comida en los cestos de basura de supermercados, pero pronto se dio cuenta de que eso no era necesario. “Podía recibir alimentos a cambio de algún servicio. Me ofrecía a limpiar pisos y estanterías, a lavar platos en restaurantes a cambio de un buen sándwich. La mayor parte de la gente que contacté en comercios, supermercados y restaurantes me dio algo”, relató.

ALOJAMIENTOS Y ACTITUD DE LA GENTE: Wigge dice que descubrió que en América Latina “la gente te ayuda si golpeas su puerta y dices, ‘no sé dónde voy a dormir esta noche, ¿puedo dormir aquí?’. Son solidarios, tal vez porque hay mucha pobreza y saben lo que se siente. No les importaba mi historia. Pero en Estados Unidos sí se interesaban más en mi historia. Me decían, ‘esto está muy bueno, te vamos a ayudar a que logres tu objetivo’. Eso es lo que impacta a los estadounidenses”.

TRABAJO: Cruzó el Atlántico trabajando en un barco de carga entre Bélgica y Canadá a cambio del pasaje. Hizo de todo, desde pintar hasta cambiar el aceite en la sala de motores. En Las Vegas participó en batallas con almohadas en la calle por un dólar y se ofreció como “sofá humano”, para que la gente se sentase sobre sus espaldas. En San Francisco cobró propinas empujando a turistas pesados que tenían dificultades para transitar por calles empinadas. Llegó a reunir 300 billetes de un dólar con los que compró un pasaje en avión hasta Costa Rica. De allí se fue a dedo a Panamá, donde trabajó como mayordomo para el embajador de Alemania.

Para cruzar desde Usuahia, la ciudad más austral del continente, en Argentina, hasta la Antártida, trabajó en un crucero de lujo como ayudante del líder de la expedición. “Limpias las botas de los turistas, los ayudas en el hielo, colocas banderas rojas en los sectores donde hay pingüinos, le pones gasolina a las lanchas”.

EL PEOR TRABAJO: Maletero de turistas en una expedición al Machu Picchu. “Fue un desastre. Fui el peor maletero en la historia de los Andes”, expresó. Los otros maleteros estaban acostumbrados a hacerse cargo de carpas y alimentos a lo largo de 80 kilómetros (50 millas) durante cinco días, a transportar 25 kilos (casi 60 libras) de equipaje en sus espaldas y a tener el campamento listo cuando llegasen los turistas, todo esto a más de 4.000 metros (14.000 pies) de altura, pero Wigge no tenía la energía necesaria. “Me dijeron, ‘esto no es una diversión, no puede hacerlo, no queremos perder los clientes’. Me tuve que disculpar”, recordó. Al tercer día pusieron su equipaje en un caballo y le permitieron caminar al ritmo normal”.

DIARIO EN VIDEO: Wigge llevó un diario filmado de su recorrido con la idea de hacer una serie de televisión. Usó una cámara Canon HDV 1080i con un buen lente y micrófono. Filmó decenas de cintas, con las que preparó segmentos de 30 minutos. Casi pierde las cintas cuando estuvo con otro alemán en Cuzco, Perú. “Hubo un incendio en el departamento”, indicó Wigge. Pero logró rescatar sus cosas, incluidos videos y la cámara.

VIAJE DE VUELTA: Luego de haber cumplido su objetivo de llegar a la Antártida sin gastar un centavo, no tuvo empacho en acudir a su cuenta bancaria y comprar un pasaje de vuelta a Alemania.

CONSEJO: “Quiero motivar a la gente”, manifestó. “Si no eres muy orgulloso y estás dispuesto a enfrascarte en una pelea con almohadas o a hacer de sofá humano, puedes con muy poco hacer algo grande. ¿Por qué no viajar y hacer un poco el ridículo?”.

Para mayor inspiración, visite el portal de Wigge –http://www.howtotraveltheworldforfree.com– o lea el libro que él mismo publicó, “Cómo viajar por el mundo gratis: Yo lo hice y usted también puede hacerlo”. AP

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