LOS 10+Grandes barrigas y pelo en pecho, la convivencia con
la muerte, idolatría al narco, Ee ‘lavaperros’ y el sicario de a moto, las
'chicas', etc.
1. Grandes barrigas y pelo en pecho
El imaginario
colectivo nos dice que no existe poder sin barriga, o por lo menos no poder
mafioso. Ese es justamente el prototipo de gran narco que no falta en este tipo
de series de televisión, ni tampoco en la vida real. Además, para objetos de la
representación, siempre sirve exagerar esa figura y por supuesto, adornarla con
una frondosa capa de pelos en el pecho.
2. El buen tipo enamorado de ‘la chica’ que se le vende al
narco
Como ‘la chica’ proviene por lo general, del barrio, y como
suele ser la más linda de las lugareñas, mas o menos desde los 15 años debe
tener a su lado al joven enamorado, un buen tipo cuyo propósito en la vida es
“darle todo lo que se merece”, por supuesto, a través del trabajo honesto. Pero
su carácter de buen tipo se debe justamente a la fe ciega en la doctrina
manipuladora en la que se convierte ‘la chica’, luego de conocer al narco.
3. La convivencia con la muerte
De nada valdría todo el poder de los narcos sin la
adrenalina de tenerlo. Es así como la muerte se convierte en el protagonista
constante de estas series. Que la policía mató a uno de la seguridad del tipo,
que uno de la seguridad del tipo mató a un policía, que el propio tipo mató a
su propio guardaespaldas, etcétera. Siempre la muerte, de mano de la traición
en ocasiones, hace parte de la historia.
4. Corrupción como la combinación de todas las formas de
lucha
Con el perdón de quienes sufren de sobrepeso, Mayeli
Espinosa Ríos dice que nunca falta “el político gordito y sumiso”. Nada tiene
que ver su estado físico con la sumisión, pero es cierto que así suelen
representarlo. “Siempre aparece un político que le vende su alma al diablo, que
trata de meterse en todos los negocios para ver si saca alguna tajada o gana un
porcentaje del botín”, hasta ahí, todo ficción. “Sin embargo, suele ser el
primer sacrificado, el primero que traiciona al cartel (el primer sapo), el más
endeble, aquel en quien menos confía el capo y al que primero matan porque de
cualquier forma, no cuenta con la simpatía ni siquiera de la audiencia de la
novela”.
5. Idolatría al narco
Germán Augusto Uribe dice que “la número uno es la idolatría
que se le da al personaje, se engrandece la profesión de narco. El más perverso
es endiosado y para rematar lo muestran como una persona de buenos sentimientos
en determinados aspectos de su vida”.
Por supuesto, el protagonista siempre es foco de apología, y
qué mejor manera que apelar a su lado humano, sus sentimiento, pues como todos
los ciudadanos, él tiene familia y también se enamora.
6. El lujo extravagante
De nada serviría la gran barriga y el pelo el pecho sin un
grueso collar de oro que lo adorne. A esto le siguen todo tipo de artilugios
estéticos del mismo material que quepan en el cuerpo. Por supuesto, aquello
debe ir acompañado de carros último modelo, fiestas espectaculares, droga y
alcohol en exceso, viajes extravagantes, regalos absurdos, bienes muebles e
inmuebles más allá de lo suficiente, etcétera.
7. ‘Las chicas’
Ahora bien, de nada serviría la gran barriga, el pelo en
pecho y todo el excesivo lujo sin una cuantas ‘chicas’. Unas cuatro estaría
bien. Sin juzgar por la procedencia o intenciones de las mismas, pues bien
pueden estar enamoradas del narco, su voluptuosidad y exhibicionismo hacen
parte del paisaje constante.
8. El ‘lavaperros’ y el sicario de a moto
El ‘patrón’ debe tener siempre un ejército privado en su
propiedad, de esos mismos de algunos hacendados y políticos. Hasta acá, pura
coincidencia. El señor confía plenamente en unos dos o tres que siempre lo
acompañan, los de su confianza, a quienes se les conoce como ‘lavaperros’. Tal
es precisamente su confianza, que incluso llega a tener la delicadeza de
matarlos él mismo.
9. Los santos
Como elemento fundamental y fundacional de la sociedad
colombiana, los santos o bien personalidades católicas, en cualquiera de sus
representaciones y jerarquía, hacen parte esencial en este contexto, pues
aunque parezca paradójico, los elementos del mal acuden a las figuras del bien
para cometer sus delitos.
10. Los televidentes
Diego Collazos dice
con gran sapiencia, que lo que nunca le falta a las series de narcos son los
televidentes. Si no fuera por su gran audiencia, las productoras y canales no
se tomarían la molestia de desarrollar semejantes historias que con su espectacularidad
artística, mediática y profesional, logran reflejar de manera fidedigna lo peor
de la sociedad Colombiana.
Cortesía de: Semana.com
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