viernes, 7 de septiembre de 2012

Volver a casa


Afuera hay un temporal, inquieto y necio que tiene húmedo todo desde el viernes en la noche. Las calles empapadas y el olor a tierra mojada, el frío, y esa lluvia intermitente, nos recuerdan de golpe que habíamos olvidado al invierno. Yo tengo tiempo de no escribir y cuando tomo la página del “Word” en blanco me enfrento a la pequeña guerra que es iniciar a decir lo que uno quiere, ser fiel a uno mismo y lo que se quiere comunicar, y no aburrir en el intento a nadie.

Mientras leo el reportaje sobre el “Programa de estudio de Educación para la Afectividad  y la Sexualidad Integral” en el diario La Nación y escucho el último disco del grupo Malpaís “volver a casa” me atrevo a hacer un par de reflexiones:

La primera es esto de ser costarricense, esto de haber nacido en esta tierra y quererla como a una madre. Es nuestro país sin duda el hogar, la casa, pero también el lugar que alberga a los ciudadanos que olvidamos lo que significa cobijarnos con la bandera y decir que pertenecemos acá. No es ser tico de 25 de Julio, de 20 de marzo, ni vestirnos como campesinos para setiembre y llenar la casa con banderas un mes para luego vender nuestros campesinos y guardar las banderas los otros 11 meses. Ser tico debería ser, opino yo, informarnos, no dejar que nos vendan simulacros, votar (¡por favor! ¡Votar!), y decidir que si no queremos a la misma gente de siempre en el poder, tenemos que involucrarnos, informarnos de los partidos y darnos voz y voto, dejando de lado esa mediocridad que es el “no es conmigo”.

La segunda cosa es la información. Recuerdo entonces el dictamen claro de mi madre: Los políticos no quieren invertir en educación, ni ayudar a educar a la población porque entre menos gente educada más fácil manejarlos. Simple, directo, cierto. Entra ahí la cifra que nos arroja La Nación “La Encuesta Nacional de Sexualidad mostró que el 93% de los ciudadanos está de acuerdo con que se imparta el tema de sexualidad en los distintos centros educativos”. Es entonces que el 7% de la población traba en este momento que la decisión casi unánime del pueblo se imponga ¿y nosotros los dejamos?

Salí del colegio hace unos 4 años. Recuerdo haber visto por lo menos 5 embarazos, algunos de amigas mías, otros de chicas que de pronto tenían la atención de toda una comunidad estudiantil que las señalaba sin terminar de entender. Lo más cerca que estuve de una clase de sexualidad fue un taller donde le poníamos un condón a un banano, con 17 años y cuando (casi puedo apostar) 2 o 3 personas de mi clase eran vírgenes.

Los padres que nos tuvieron a nosotros, los miles “chiquitos torta” que andamos por la calle no nos negarían la educación. Quisieran, con justa razón, que no cometiéramos los mismos errores que cometieron ellos por no tener una educación en la que nos enseñen a llamar cada cosa por su nombre y dejar de ver el sexo propio y el ajeno como algo “del diablo”.

Si pudiéramos enseñar a cada niño y niña que la masturbación es un proceso normal, que hay que conocerse y quererse uno primero como obligación antes de dejar que alguien nos quiera. Si nos enseñaran a decir “me quiero” primero que “te quiero” y que siempre, siempre, siempre, se puede decir que no. Entonces cada joven cuando tuviera la presión del grupo y se enfrente a un cuerpo desnudo pueda tomar su propia decisión, consiente de sus responsabilidades y consecuencias y podría, además, querer bien y disfrutar de una sexualidad plena. Una sexualidad que se alejaría de la eyaculación precoz y egoísta del “ya terminé” y de la sociedad donde muchas mujeres nunca han tenido un orgasmo. Y seríamos, creo yo, más felices.

Tengo 21 años y cuando a mi o a alguien de mi generación se le consulta sobre su primera vez es recurrente el “fue lo peor”. Opino que si para nosotros fue algo malo, traumático y hasta aburrido, deberíamos preocuparnos por qué los que han de venir puedan disfrutarlo de una manera que sea sana, sabiendo lo que están haciendo, con toda la información necesaria que les dé el poder de tomar la decisión de decir “si” o “no” pensando primero en si quieren o no quieren y no en lo que opinen los demás.

Tener relaciones sexuales no debe ser algo que nos mande al infierno, lo han hecho nuestros padres, nuestros abuelos y así por los siglos de los siglos. Si la abuela que quedó embarazada joven tuvo al hijo que dejó a la nueva madre embarazada joven y así tienen a la muchacha que quieren proteger ¿por qué no cambiar la fórmula? ¿Por qué no poner las cartas sobre la mesa y conversar sin sonrojarnos? Decirles que se conozcan, que se quieran y sean celosos con sus cuerpos antes de compartirlos en un acto que es cercano al amor cuando se hace como decía la “niña” de primer grado “despacito y con buena letra”.

La información es poder, amigo, hermano costarricense, hijo de este suelo que llamamos madre y hogar. Si nos informamos sobre como van las elecciones internas del PLN sin pensar en que no es con nosotros, si estamos atentos de que pasa con el hueco, con las platas que se pierden, con los puentes Bailey, con los chorizos, con los de siempre, si metemos la cuchara, el tenedor, el cuchillo y el dedo en el plato que es de todos y que llamamos tiernamente país, entonces esta Costa Rica que no es la de las fotos, ni la de las banderas del 15 de setiembre, se parecerá más al país que soñamos para todos.

Si 9 de cada 10 de nosotros quiere información para tomar las decisiones no dejemos que esa otra persona nos la niegue. No permitamos que nos cambien las noticias del país que nos importa por minutos para Combate o Nace una estrella. No permitamos que nos vean la cara, que se burlen de nuestra inteligencia. Queremos información y tenemos que exigirla, con las manos, con los pies, en las calles y en las paredes, dejar de ser los labriegos sencillos y hablar en serio cuando decimos que estamos ahí “en la lucha tenaz”.

Yo quiero una Costa Rica diferente, donde no todo está inglés y nadie se burla de mi inteligencia cuando prendo la televisión o la computadora. Mientras llueve afuera escucho a Fidel Gamboa hablar de un país que es cada vez más distinto de este…yo también quiero volver a casa ¿y usted?

 

Mauricio Sgadi. Publicado en 89decibeles http://www.89decibeles.com/articulos/volver-a-casa
 
Puede seguir al autor en twitter @MauricioSgadi 

 

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